Santorens está preocupado por su patrimonio románico. Los vecinos lamentan el deterioro de los templos de esta zona, en particular la ermita de Santa María de Torm, donde ya se ha derrumbado parte de la bóveda. Apudepa se ha hecho eco de estas quejas y se ha dirigido al Gobierno de Aragón para reclamar una actuación de urgencia que evite que el edificio siga degradándose, además de presentar una instancia para que sea declarado Bien de Interés Cultural o, si no, para que se incluya en el Catálogo de Patrimonio Cultural Aragonés. Varios vecinos de Santorens, con Joaquim Massanes a la cabeza, se han dirigido repetidamente al Ayuntamiento de Sopeira, del que depende el pequeño núcleo, para que impulse la obra junto al Obispado de Barbastro-Monzón y el Gobierno de Aragón. El alcalde, José María Ariño, aseguró sentir «el mismo malestar» y valoró que la dejadez de los templos ribagorzanos procede ya del tiempo en el que las parroquias dependían del Obispado de Lérida. «Desde Cataluña no se hacía nada por esta zona, así que todo ha quedado desfasado», manifestó. Ariño aseguró que el consistorio se ha dirigido al obispado y a Patrimonio, sin resultado. «Nos sentimos impotentes», insistió. Los vecinos, no obstante, se muestran críticos con el primer edil, al que acusan de favorecer al pueblo que acoge el ayuntamiento frente al pequeño núcleo. Como ejemplo destacan el monasterio de Santa María y San Pedro de Alaón, un cuidado ejemplo del románico en el municipio. «Toda la inversión se hace en Sopeira, afirmó Massanes. Lo entenderíamos si hubiera pocos recursos, pero no es así».
En Santorens, además de la iglesia y la ermita de Santa María de Torm, se encuentra también la de Sant Pere, que está siendo restaurada gracias al trabajo voluntario de un grupo de franceses. Los trabajos concluirán este verano. El alcalde agradeció la voluntad de los visitantes y su esfuerzo, aunque recordó que «no es la mejor manera» de habilitar un templo. «Esto se tendría que hacer desde Patrimonio, que es el que establece los criterios que hay que seguir con los monumentos», apuntó. El consistorio contempla solo la adecuación de los accesos a través de alguna subvención, algo que, por otra parte, ya se aprobó en el 2007. Los caminos seguirán siendo peatonales, por lo que las obras de la ermita, si llegan a materializarse, necesitarán el apoyo de un helicóptero. De momento, tanto Torm como la iglesia donde ya cayó un muro y desapareció el crismón continúan deteriorándose, y solo Sant Pere tiene asegurada su supervivencia gracias a la colaboración francesa