El debate sobre la independencia se vive con especial interés en esta localidad de la comarca de la Ribagorza, donde una parte del casco urbano, la piscina y el depósito del agua están en territorio de la comunidad autónoma vecina
Cuando Ramón Peris reparte el correo por Puente de Montañana entra y sale de Cataluña y Aragón según a qué calle o a qué casa lleva las cartas. Juana Puyol y Francisca Marco residen en el casco urbano de este pueblo aragonés, donde abonan los recibos de agua y basura, pero su vivienda está oficialmente en territorio catalán y pagan el IBI al Ayuntamiento de Tremp (Lérida).
Este caos aparente se lleva con normalidad en este pueblo aragonés donde la frontera entre las dos comunidades pasa por mitad del caserío. Los caprichos de la historia han querido que una calle, las piscinas, el depósito del agua, la granja de Juana Puyol y varias viviendas de las afueras estén del lado catalán. Aquí saben mejor que en ningún otro lugar de las comarcas orientales cómo es convivir con el vecino catalán y ven muy lejana la posibilidad de pertenecer a dos países diferentes.
«A nivel cultural tenemos muchos vínculos con Cataluña, pero nuestro bolsillo y nuestros intereses están en Aragón. La independencia de Cataluña nos ocasionaría más problemas que ventajas, sobre todo por el mal ambiente que se crea». Es la opinión del alcalde de Puente de Montañana, Javier Bergua, independiente por la lista de Convergencia Democrática de la Franja, una formación jurídicamente independiente pero con muchos lazos con el partido de Artur Mas. Puente de Montañana es el único ayuntamiento donde CDF tiene concejales, cuatro, incluido el alcalde, pero según éste prácticamente ya no mantienen relación.La división la simbolizan dos piedras de un mojón situado a la entrada de la calle Tremp, en medio de una fachada de la primera casa. La calle forma parte del casco antiguo de Puente de Montañana, pero, como su nombre indica, está en el municipio de Tremp. La primera casa empieza en un término, en una provincia, en una comunidad, y acaba en otro término, otra provincia y otra comunidad. Ocurre lo mismo con la antigua casa del cura, que los dos ayuntamientos quieren rehabilitar como centro social. Los inquilinos de Cal Potecari podían ir de Cataluña a Aragón o viceversa sin abandonar el edificio.«Yo sirvo parte del correo en Cataluña pero pertenezco a Aragón», cuenta Ramón Peris mientras reparte las cartas en la calle Tremp. Lo de la independencia, opina, es «una bravuconada de Mas». «Solo espero que no estén en peligro los servicios que nos presta Cataluña», añade, recordando que los pacientes son atendidos en el centro de salud de Tremp y los estudiantes van al instituto de Pont de Suert.En esta calle hay una docena de viviendas con bonitas fachadas de piedra. En el número 8 vive Francisca Marco. Llegó al pueblo desde Barcelona. Vino de vacaciones hace 32 años y se quedó. «Alguna vez hemos tenido problemas con el pago del IBI», cuenta.En 1996, el Ayuntamiento de Tremp y la Diputación de Huesca tuvieron que solventar el problema surgido por el cobro de la contribución. Por error, la revisión catastral los adscribió a Puente de Montañana, por lo que desde Huesca se les reclamó el IBI cuando ya lo habían satisfecho en Tremp. La negativa a pagar supuso una amenaza de recargo, primero, y el anuncio de embargo, después. Finalmente, todo se solventó y no ha vuelto a ocurrir.A las afueras, en la carretera que va a Tremp, Juana Puyol tiene su casa y su granja. «Yo pago el IBI a la Diputación de Lérida porque es terreno de Cataluña y la tasa de agua y basura, al Ayuntamiento de Puente de Montañana, que nos da el servicio». Asegura que todo este vaivén se vive con normalidad, «no me ocasiona ningún problema», como tampoco le preocupa lo que pueda ocurrir en Cataluña.A pie de carretera, donde para el autobús que va a Pont de Suert, esperan Consuelo Hermoso y Francisco Palau para ir al mercado semanal de los viernes. El lunes, toca el mercado de Tremp, y para desplazarse hasta allí la comarca vecina de Cataluña pone a su disposición un transporte pagando 3 euros.En castellano y con acento andaluz, Consuelo destaca que gracias a esta vecindad se pueden aprovechar de los servicios que les presta Cataluña, mientras que él, con un apellido catalán y otro aragonés, se muestra escéptico en cuanto a la hipotética independencia. «Yo me empadroné en Lérida por los médicos. Tuve un problema grave de salud y en Lérida me trataron muy bien. El alcalde me pidió que me volviera a empadronar aquí, pero ya le dije que tenía a toda mi familia en Lérida», explica Consuelo.La concejal Mercedes José Mai, la única del PP en una corporación mayoritaria de Convergencia Democrática de la Franja, vivió 52 años en Barcelona pero regresó al pueblo de sus padres. Pase lo que pase al otro lado, dice, «los servicios están garantizados». Y eso que los problemas con la atención sanitaria han hecho caer el padrón a 99 vecinos.
El alcalde achaca esta fuga más a razones económicas que al debate territorial. «Hasta hace unos años los servicios sanitarios funcionaban muy bien, podíamos ir a Barbastro o a Lérida, pero ahora con los recortes hay gente que se ha desempadronado para garantizarse la atención médica en Cataluña», lamenta.
«¿Qué pasaría con las escuelas y los hospitales?»
Los municipios del Aragón oriental son escépticos ante las ansias soberanistas, pero les preocupa el futuro de los servicios compartidos
El debate sobre la independencia no quita el sueño a los habitantes de las comarcas orientales de Aragón, que comparten servicios con Cataluña, además de lazos culturales y comerciales. «Se ve como algo lejano, casi imposible, pero nos preocupa qué pasaría con las escuelas y los hospitales», señala el alcalde de Montanuy, José María Agullana (PSOE). Sus escolares van a Pont de Suert (Lérida) y el servicio médico, a partir de las tres de la tarde, se cubre con el centro de salud de esa localidad. Además, existe un convenio con los bomberos porque hay pueblos a 10 minutos de Pont y a una hora de Graus.
«Pues no tenemos problemas más gordos», señala otro alcalde, el de Castillonroy, presidente de la comarca de la Litera. «Es lo que menos me preocupa en este momento», dice Antonio Fondevila (PAR), quien añade que hasta se hacen chistes «sobre si vamos a montar un ‘duty free’ en la frontera». «No nos atañe. Lo único que nos podría preocupar es que peligraran los convenios, pero de momento no están en entredicho más que por los recortes».
Por su parte, Marta Canales, secretaria general de Convergencia Democrática de la Franja cree que en las comarcas orientales la intensidad del debate es mayor «porque nuestro día a día es de continua relación». Su formación política está a favor de que se pueda ejercer el derecho a la autodeterminación, «pero no es algo que nos afecte hoy», dice, y recuerda que «también en Aragón hay independentistas».
AGAFAT DE hERALDO DE ARAGON, EDICIÓ PAPER