Investigadores de la Universidad de Berna, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y la Universidad Miguel Hernández, entre los que está Antoni Margalida.del Pont de Suert, publican esta semana una carta en la revista Science en la que ponen de manifiesto los avances en los cambios en la normativa sanitaria para garantizar la viabilidad poblacional y conservación de los buitres. Así, ponen de manifiesto que “en el 2009 publicaron en la misma revista una nota en la que proponían que la milenaria cohabitación entre buitres y ganaderos fragmentada por la aplicación de una restrictiva normativa sanitaria había provocado un perjucio a ambos, siendo necesario compatibilizar su relación para que la disponibilidad de carroñas no ponga en peligro la conservación de los buitres”. La presión de ganaderos, científicos e investigadores ha permitido que en los últimos años se flexibilice la normativa. Los investigadores señalan que “los buitres ofrecen unos importantes servicios ecosistémicos al eliminar en España alrededor de 9,9 millones de toneladas de cadáveres” explica Antoni Margalida, primer firmante de la carta. Los investigadores mencionan que “estos servicios reducen los costes a los ganaderos que se han estimado en 20€ por cadáver, además de los 66-96€ que supone su destrucción industrial y la emisión de gases contaminantes derivados de su transporte e incineración” explica Margalida. España alberga el 95 por ciento de la población europea de aves carroñeras, siendo la población de buitre leonado con cerca de 26 000 parejas, la más abundante. Estas especies, durante milenios han ofrecido servicios a los ecosistemas al eliminar los cadáveres que podrían constituir focos de infección y enfermedades, siendo verdaderos aliados de los ganaderos. En 2001 el brote de encefalopatía espongiforme bovina (o enfermedad de las vacas ocas) provocó que la UE prohibiera dejar estos cadáveres en el campo y obligara a destruirlos o reutilizarlos en instalaciones autorizadas. La medida tuvo un gran impacto en la población de buitres, causando un déficit de alimentación que tuvo consecuencias demográficas y comportamentales. Ahora estos hechos demuestran que los argumentos científicos han contribuído a la toma de decisiones políticas, ayudando a reconciliar la conservación de la biodiversidad y las actividades humanas. La carta está suscrita por Antoni Margalida, Martina Carrete, José A. Sánchez-Zapata y José A. Donázar.