La reforma de la Ley de Lenguas que impulsa el Gobierno PP-PAR equivale a la derogación del texto legal aprobado en 2009, que ya era una norma de mínimos
- Nieves Ibeas Vuelta, portavoz de Chunta Aragonesista (CHA) en las Cortes de Aragón
«Parece que se han impuesto en esos partidos las tesis de quienes desprecian nuestra diversidad lingüística y buscan réditos electorales en el anticatalanismo»
En su obsesión por evitar nombrar a nuestras lenguas propias por su nombre, aragonés y catalán, el PP y el PAR se inventan que lo que se habla en Aragón, además del castellano, son dos lenguas: el aragonés «propio de las áreas pirenaica y prepirenaica» y el aragonés «propio del área oriental de la comunidad». Del catalán, nada. Si no fuera algo tan serio y que afecta a la dignidad de este país y de muchos hablantes, ciudadanos y ciudadanas aragoneses, sería para echarse a reír.
Hace quince años, cuando se aprobó en las Cortes el Dictamen de Política Lingüística, el PP y el PAR sí estaban de acuerdo en que se hablaba aragonés y catalán. ¿Qué les ha pasado? Las lenguas son las mismas, así que deberían explicar este cambio. Lo más probable es que se hayan impuesto internamente en esos partidos las tesis de quienes más desprecian nuestra diversidad lingüística y de quienes buscan réditos electorales fomentando el anticatalanismo y la defensa, en términos equivocados, de una identidad aragonesa monolítica y no plural. El PP aragonés se ha prestado de buen grado a la campaña sostenida de su partido contra todo lo que huela a autonomía y a diversidad, ya sea en el modelo educativo, sanitario, social, judicial, de organización territorial. También, en este caso, en el ámbito lingüístico.
Uno de los objetivos fundacionales de CHA fue el reconocimiento legislativo de la realidad trilingüe de Aragón. Por ello contribuimos responsablemente a la aprobación de Ley de Lenguas de 2009, que reconocía derechos a los hablantes del aragonés y del catalán. La consideramos una ley de mínimos y, aun así, al PSOE le costó diez años dar un paso adelante que, visto lo visto, llegó demasiado tarde.