Como en la mayor parte de Europa, el lobo fue antaño común en Cataluña. Pero se extinguió entre finales del siglo XIX y principios del XX. Durante cerca de cien años no volvió a haber lobos. Finalmente, ha reaparecido en las montañas pirenaicas y, de forma sorprendente, hemos constatado que no proviene del núcleo ibérico, sino de las poblaciones en expansión de Italia y el sureste de Francia.
El lobo (Canis lupus) habitó en todo el territorio de Cataluña y llegó a sobrevivir en algunas zonas hasta principios del siglo XX. Ya en el siglo XVIII Francisco de Zamora comentaba que es “… la especie de la gran fauna más citada en las respuestas a los cuestionarios y con una distribución territorial más amplia” (1, 2). Durante el siglo XIX aún vivía en los alrededores de la ciudad de Barcelona y aparece citado por Manent en varias zonas de Tarragona y Girona hasta 1900-1920 (1). Es más, tenemos constancia de algún ejemplar aislado en el Pirineo de Lleida hasta 1940. Los datos seguros más evidentes se sitúan en los Puertos de Tortosa en 1928, ya que se conservan las pieles de dos ejemplares en el Museo de Ciencias Naturales de Barcelona. Diversas razones explican su desaparición, ya que se prolongó durante unos ochenta años, entre ellas la disminución de sus presas salvajes y la extensión del uso de veneno y armas de fuego después de las guerras de la Independencia y Civil.
Son muy ilustrativas las detalladas estadísticas de lobos capturados en los antiguos Corregimiento y Partido de Girona, así como en el municipio de Lleida, que antaño era mucho más amplio que el actual (1). Se estima la captura de un mínimo de 0’6-0’8 lobos al año por cada 100 kilómetros cuadrados en los periodos 1722-1739 y 1788-1799. Estos valores –que incluyen tanto ejemplares adultos como una gran cantidad de subadultos y lobatos– eran elevados si tenemos en cuenta que la densidad media de lobos adultos en poblaciones saludables actuales se sitúa en torno a los dos individuos por la misma unidad de superficie. Sin embargo, en 1788-1852 el promedio anual ya había descendido a 0’2 lobos en el Partido de Girona. Si nos atenemos únicamente a los adultos, en Cataluña se capturaron anualmente unos 0’1-0’35 lobos durante el siglo XVIII y unos 0’05 entre finales del siglo XVIII y mediados del siglo XIX.
Los lobos estaban bien repartidos y su abundancia era comparable a la de los lugares donde hoy en día son comunes. Pero dejaron de existir en Cataluña durante décadas y la especie cayó en el olvido. Durante este lapso de tiempo el paisaje fue modificado y también cambiaron las actividades en el medio rural. Sorprendentemente, en 2004 se confirmó su reaparición en Cataluña después de que algunos sospecharan su presencia desde el año 2000: teníamos excrementos congelados cuyo análisis arrojó resultado positivo. En el Pirineo francés ya se sabía de su retorno en 1999.
Por Gabriel Lampreave, Jordi Ruiz-Olmo, Jordi García-Petit, Josep María López-Martín, Alain Bataille, Olga Francino, Natalia Sastre y Oscar Ramírez