El ‘Juego de Cartas de los Países Catalanes’ recoge numerosas referencias históricas sesgadas sobre Jaime I o la cuatribarrada La plataforma No Hablamos catalán cree que es «un ataque del pancatalanismo».
Críticas a la baraja catalana que «falsea» la historia
ZARAGOZA. El PAR y CHA coincidieron ayer en criticar la apropiación de ciertos pasajes de la historia de Aragón, de su bandera y de parte de su territorio que se hace a través de una baraja ‘de los Países Catalanes’ editada por una empresa de la Comunidad vecina con referencias históricas sesgadas.
La diputada del PAR en las Cortes María Herrero denunció que esas incorrecciones suponen una nueva «tergiversación interesada de la historia que lamentablemente se repite con demasiada frecuencia».
Por su parte, Alberto Celma, responsable de la secretaría de cultura e identidad nacional de CHA, reclamó al Gobierno de Aragón «que se preocupe más por los constantes ataques a la historia de la Corona de Aragón». «La mejor manera de hacer frente a las falsedades históricas es conocer la verdad. No podemos permitir que la historia se modifique para justificar determinadas acciones porque corremos el riesgo de que la repetición acabe dando por buenos datos, denominaciones y hechos que nunca ocurrieron», advirtió.
Baraja independentista.
La suerte y el éxito del desafío independentista no está en los naipes sino en el seguimiento de las reglas del juego. Rajoy y Rubalcaba ya se han puesto de acuerdo para neutralizar la ‘partida’ de Artur Mas
LA independencia de Cataluña ya tiene baraja. Un acierto. Por ahí deberían haber empezado, en lugar de garabatear en los libros de Historia. Todo juego de engaño necesita por lo menos baraja, tres cubiletes y una bolita. El naipe es muy español y por eso chirría un poco que el merchandising independentista catalán ya tenga baraja. Pero la cosa queda explicada cuando uno descubre en las cartas que Anciles, Benasque y Llanos del Hospital son Cataluña. Veremos castañuelas independentistas, es cuestión de tiempo. Nunca es tarde en esa habitación acolchada de delirios de grandeza en la que los independentistas han decidido darse cabezazos de frustración. Las cartas pancatalanistas son el mapa del tiempo de la Tv3 pero con las esquinas dobladas y mostosas como en una partida barojiana. Por ahí, ninguna novedad, si acaso el formato cañí. Incluyen, además del Valle de Benasque (pintado de color naranja como el Valle de Arán), una extensa parte de la Región de Murcia. Viva Cartagena. Con un par. Es cierto que el diseño gráfico de las cartas es feo y rebuscado. Tiene un aire a tarot, a futuro incierto, a porvenir frustrado. Es como si en cualquier momento las pillara la bruja Lola y de propina le pusiera tres velas negras a Albert Rivera. Mientras Heraclio Fournier se remueve en su tumba vitoriana, los nacionalistas continúan la recreación virtual de un escenario horizontal cada vez menos azul europa y más verde asfixia. Verde como el tapete verde en la mesa de mármol de un casino mercantil del XIX.
«El naipe es muy español y chirría un ‘merchandising’ independentista con baraja. Pero queda explicado cuando Anciles y Benasque son Cataluña»
La ‘Gran Nación Catalana’, con sus linderos expandiéndose como escalera de color, cantando alegres en popa, Asia a un lado, al otro Europa, y allá a su frente Estambul, se pinta en dos colores: rojo para los que consideran que hablan catalán, y naranja para los que consideran que hablan otra lengua. Siempre que hay partida hay revuelo en el Saloon y surge la inquietud de tener que advertir que no se dispare ni a la vajilla ni al pianista. Artur Mas ha metido al país en una timba de póker y solo quiere jugar con sus reglas sin normas y sus cartas marcadas en humo. La deriva catalanista es una partida en Las Vegas sin el cálculo previo de probabilidades del libro de Los Pelayos. La ruleta de naipes gira sin saber si la inercia hará que salgan disparados el rey de oros o la sota de bastos.
Al igual que aquel banderillero de ‘El Guerra’, que degenerando degenerando llegó a gobernador civil, las cartas del independentismo catalán degenerando degenerando han pasado de carta internacional con aspiraciones fundacionales a naipe de cantina fundicional. De Moscú a Irkutsk, de Lérida a Bruselas, el independentismo catalán quiere el poder de todos los Zares pero no encuentra en Mas un Miguel Strogoff. Ninguna cancillería da respuesta a sus cartas y se les ha quedado cara de novio de antes, con dos entradas de cine en el bolsillo y sin plan. Puede que tengan que ir conformándose con echar un guiñote en el Ansils de Benasque con notarios de Zaragoza y ganaderos de Cerler, si es que pasan por aquí, por nuestra zona naranja. Más allá de que nos refugiemos en el humor para disimular nuestro hartazgo, como Ramón Gómez de la Serna y otros se refugiaban en el café de Pombo o Miura se desembarazaba de su hipocondría, lo cierto es que resulta muy molesto que el vecino de arriba esté siempre insinuando que los calzoncillos que tendiste en el tendedor de tu terraza se le cayeron a él y son suyos.
La suerte y el éxito de esta partida no está en los naipes sino en el seguimiento de las reglas del juego con cumplimiento de las normas. Rajoy y Rubalcaba ya se han puesto de acuerdo para neutralizar la partida de Mas y vengar el desafío como Redford y Newman se vengaron en ‘El golpe’ de Robert Shaw: siendo más pacientes que él. Aunque esto se asemeja más a una partida de mus que a una apuesta hípica porque el caballo desbocado corre en sentido opuesto a la meta.